miércoles, 4 de junio de 2014

Threef magazine especial verano, una receta de helado y otras divagaciones



Scorrere giù col mouse per la versione italiana nel blu, dipinto di blu :-)

Mis cocottes languidecen en sus estanterías. Juraría que cuando paso cerca de ellas algunas me miran con rencor y a otras se les cae una lagrimilla.

Mis cortadores de galletas se están matando entre ellos. Los más veteranos me han demandado por falta de ocupación efectiva (Chiste de abogados) y los que están sin estrenar han desplegado delante de su mueble una pancarta donde se lee “Danos una oportunidad!!!!!”

Ayer sorprendí a la cubeta de la máquina de hacer helados dando saltitos para intentar meterse ella solita en el congelador. Y cuando la devolví a su funda me echó una mirada que no me gustó un pelo.



La donutera y la gofrera intentan atraerme desde el fondo del armario con sus cantos de sirena y no sé cuánto tiempo más podré seguir fingiendo que no las oigo, pero de momento resisto con toda mi fuerza de voluntad.

Qué decir de mis moldes de NordicWare. Esos ya ni me hablan, directamente me han pedido el divorcio.

Y todo esto para explicaros por qué tengo el blog abandonado, por qué no me atrevo a visitar los vuestros, por qué me conformo con ver lo que compartís en Facebook y Pinterest, y  con leer y releer los libros brillantes que escriben mis amigas como Bea Roque o Sandra Mañas, teniendo mucho cuidado de no babear encima de ellos: Porque estoy a dieta.

Sí, ya lo sé, lo habré dicho mil veces y otras tantas he tirado la toalla. Pero esta vez es diferente. No se trata de hacer dieta una temporada, es todo un nuevo estilo de vida que está dando unos resultados fantásticos y que comenzó el día en que reconocí que mi sobrepeso no era un problema sino un síntoma. Tenía que encontrar la manera de parar de comer compulsivamente pero sin esfuerzo, sin dolor y para siempre, y estoy muy feliz de haberla encontrado. Hablar de cifras puede resultar absurdo, pero me apetece decirlo: He perdido 14 kilos en 3 meses y ha sido muy fácil. Ahora viene lo difícil, los siguientes 10, que son los que llevan más tiempo instalados en donde no deberían. Y si la cosa se da bien puede que sean 15 kilos más en vez de 10, pero no quiero crearme expectativas que después no se cumplan y me generen la típica frustración que me hace ir corriendo a por la cuchara y el bote de Nutella.



De hecho en mi casa ya no hay Nutella, ni más chocolate que el que come mi hija, y cuando entro en la cocina lo hago con las orejeras puestas, de forma que con una mano abro la nevera para coger el filete de pollo y la ensalada,  y con la otra caliento la plancha para la carne, sin mirar mucho más a mi alrededor. Lo que se dice auténtica cocina de supervivencia. Pero no hay otra forma. Ya sé que podría seguir horneando y cocinando y dedicarme a regalar el prójimo el fruto de mi trabajo, o congelarlo para alguna ocasión especial. La teoría es muy bonita, pero está empíricamente contrastado el hecho de que soy incapaz de tal hazaña. Os admiro a las que podéis hacerlo, pero yo, si sé que tengo un bizcocho de chocolate en el congelador, lo veo hasta en mis sueños y mi espíritu no conoce la paz hasta que descansa enterito en mi panza. Y si hago algo para regalar tiene que pasar previamente el control de calidad, porque cómo voy a regalar algo que no esté lo suficientemente bueno? Tendré que asegurarme primero!



De modo que, siguiendo el consejo proverbial de que “quien evita la ocasión evita el peligro”, estoy sorteando ese peligro de comer mediante la estrategia de no generar nada comestible más allá del mencionado pollo a la plancha y poco más.

Y no estoy pasando nada de hambre, al contrario, como muchísimo más que antes y más veces al día. Y ésta va a ser mi forma de vida durante mucho tiempo, todo el necesario para cumplir el objetivo y después el que se requiera para mantenerlo. Y hablamos de 3-4 años para empezar.

Eso no quiere decir que de vez en cuando no pueda cometer un exceso, puedo y lo hago, a condición de cumplir determinadas pautas en los días siguientes. No hay nada gratis en esta vida.



Que si echo de menos la cocina y la repostería? Pues sí. Mucho. Tanto que casi duele. Pero estoy tan contenta de los resultados que voy consiguiendo que me compensa. El tiempo que ya no necesito para cocinar y fotografiar lo empleo en probarme la ropa que no podía ponerme desde hacía más de un año, en maquillarme y hacerme la manicura y la pedicura, puede sonar superficial pero hacía mucho tiempo que no disfrutaba cuidando de mí misma y me encanta. Además son actividades que no engordan :-)




Así que este post no es una despedida pero casi. Porque voy a publicar bien poco este verano, así que os recomiendo que si queréis estar al día de las escasas entradas que saldrán os suscribáis por e-mail o me sigáis la pista en Facebook.

Esperé 10 minutos a ver si la señora pelirroja se iba... Y me rendí.


Para matar el gusanillo de escribir estoy dándole vueltas a la idea de crear un blog para contar en clave de humor mi experiencia con esto de los kilos pero esto tengo que madurarlo un poco, porque sería algo muy personal y además no querría empezarlo y después dejarlo colgado. Pero si me lo planteo es porque pienso que quizá mi experiencia beneficie a otras personas que también se encuentren al borde del ataque de nervios por el tema del peso y que como yo, seguramente se hayan sentido muy incomprendidas y desorientadas.



Mientras le doy vueltas a éstas y a otras ideas voy a disfrutar del verano, que se presenta tranquilo en principio. Mi año sabático ha concluido, me he formado concienzudamente para volver a ejercer como abogado, especializándome en Derecho de Familia, y ya he inaugurado mi despacho en el centro de Madrid. 



Afronto esta nueva etapa profesional con mucha ilusión y encantada de ser mi propia jefa y poder llevar una vida en la que sólo manden los compromisos profesionales, sin horarios, sin soportar con el nudo en la garganta a jefes indeseables, sin depresión de domingo, sin temor a los lunes. Amo los domingos. Amo los lunes. Amo mi vida en este momento, aunque no sepa de qué voy a vivir el mes que viene.



Y después de haberos puesto al día de mis novedades en lo personal y en lo profesional y de explicaros por qué no voy a hacer ni publicar próximamente ninguna de las dulces perversidades que tengo en mi extensa lista de pendientes, os traigo para compensar una recetilla de las que aparecen en el especial de verano de Threef dedicado a la comida callejera. En esta ocasión he colaborado con tres recetas y con bastantes fotografías callejeras, así que en lugar de enseñaros todo junto en un post os traeré una receta cada vez y os invito a leer sosegadamente esta maravilla de número que nos inunda de luz y de aromas de verano.



Os dejo con la primera de las recetas. Hasta pronto!

Helado de cheesecake de fresas al aroma de rosas, menta y pimienta rosa.

480 ml de nata fresca
1 vaina de vainilla
115 gramos de queso crema tipo Philadelphia
3 yemas de huevo
130 gramos de azúcar
160 ml de fresas trituradas en puré
6 galletas tipo Digestive
1 taza de fresas cortadas en cubitos
2 rosas cristalizadas
6 granos de pimienta rosa
6 hojas de menta



Llevar a ebullición en un cacito la nata y retirarlo del fuego al primer hervor.
Hacer un corte longitudinal a la vaina de vainilla y extraer las semillas, que mezclaremos con la nata.
Batir con varillas en un bol el queso crema con los huevos y el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa a la que añadiremos la nata templada en forma de hilo, para que los huevos no lleguen a cocerse.
Poner el bol a baño maría y batir con varillas hasta que la mezcla espese y podamos cubrir con ella el dorso de una espátula o de una cuchara de madera. Retirar del fuego y dejar enfriar ligeramente.



Incorporar el puré de fresas, mezclar bien y dejar enfriar completamente a temperatura ambiente antes de cubrir el bol con film y dejarlo en la nevera durante al menos 6-8 horas (Mejor de un día para el otro) Al mismo tiempo, meter la cubeta de la máquina de helados en el congelador.
Pasadas las 6-8 horas, montar la máquina, echar la mezcla en la cubeta y dejar trabajar durante minutos. Cuando el helado esté listo, añadir las fresas cortadas en cubitos, las galletas que habremos partido un poco con las manos, las hojas de menta cortadas finas, los granos de pimienta rosa y las rosas cristalizadas que previamente habremos pulverizado. Remover con delicadeza y pasar la mezcla a un recipiente de metal apto para congelación y dejarlo reposar hasta el momento de tomarlo. Es conveniente sacarlo del congelador unos  minutos antes de servirlo.



Le mie cocotte languiscono nei loro scaffali. Potrei giurare che quando gli passo accanto, alcune mi guardano con rancore e ad altre scappa una lacrimuccia.

I miei tagliabiscotti si stanno ammazzando fra di loro. I più anziani mi hanno fatto causa per disoccupazione involontaria (Barzelletta da avvocati) e quelli che non ho adoperato neanche una volta hanno appeso un manifesto dove si legge “Dacci un’opportunità!!!!”

Ieri ho beccato il contenitore della gelatiera che saltellava cercando di introdursi da solo nel freezer. E quando l’ho rimesso dentro alla sua fodera mi ha lanciato uno sguardo che non mi è piaciuto per niente.



Le macchinette per le ciambelle e le cialde cercano di attirarmi dal fondo dell’armadio con i loro canti da sirena e non sò fino a quando potrò far finta di non ascoltarle, ma per ora resisto con tutta la mia forza di volontà.

Che dire dei miei stampi da torte della NordicWare. Quelli non mi rivolgono più la parola, mi hanno chiesto addirittura il divorzio.

E tutto questo per spiegarvi perché ho il blog abbandonato, perché non oso visitare i vostri di blog, perché mi accontento di vedere ciò che condividete su Facebook o Pinterest, e leggendo e rileggendo i libri brillanti che scrivono le mie amiche come Bea Roque o Sandra Mañas, facendo molta attenzione per non sbavarci sopra: Perché sono a dieta.

Sì, lo sò, lo avrò detto mille volte e altrettante mi sono arresa. Ma questa volta è diversa. Non si tratta di fare la dieta per un po’, ma di uno stile di vita tutto nuovo che mi stà dando ottimi risultati e che è partito il giorno in cui mi sono accorta che il sovrappeso non era un problema ma un sintomo. Dovevo trovare il modo per smettere di mangiare in maniera compulsiva ma senza sforzo, senza dolore e per sempre, e sono molto felice di averlo trovato. Parlare di cifre può essere assurdo ma vorrei dire che ho perso 14 chili in 3 mesi e che è stato molto facile. Adesso però arrivano le difficoltà, i prossimi 10, quelli che da tempo sono sistemati dove non dovevano.

E se tutto va bene possono essere 15 anzicché 10 chili, ma non voglio crearmi delle aspettative che dopo magari non riesco a compiere e finisce che vado di corsa a prendere un cucchiaio e il barattolo della Nutella.



 Infatti a casa mia non c’è più la Nutella, e non c’è altra cioccolata che quella che mangia mia figlia, e quando entro in cucina è con i paraorecchie, in modo da aprire il frigo con una mano per prendere il petto di pollo e accendere la piastra con l’altra, senza più guardarmi intorno. Quindi vera cucina di sopravvivenza. Ma un altro modo non c’è. Sò che potrei continuare a cucinare o infornare lecornie da regalare al prossimo, o da congelare in attesa di una data speciale. E la teoria è molto bella ma si è dimostrata inefficace nella pratica.

Ammiro quelli tra voi che sono in grado di agire così, ma io se ho una torta al cioccolato nel freezer me la vedo pure nei miei sogni e la mia anima non conosce la pace fincché non riposa tutta intera dentro alla mia pancia. E se faccio qualcosa da regalare, devo prima sottoporla al controllo qualità. Come faccio altrimenti per essere sicura che ciò che regalo è buono abbastanza? Dovrò accertarmi prima!



Così, seguendo il proverbio che dice “chi evita l’occasione evita il pericolo”, io scanso il pericolo di mangiare con la strategia di non produrre niente da mangiare che il suddetto pollo e roba del genere.

E non patisco la fame, anzi, mangio di più e più volte al giorno. E questo sarà il mio stile di vita per molto tempo, tutto l’occorrente per raggiungere il traguardo e poi quel che servirà per mantenermi. E parliamo di 3-4 anni minimo.

Questo non vuol dire che ogni tanto non possa permettermi uno strappo, posso e lo faccio, ma compiendo certe dritte i giorni successivi. Non c’è niente di gratis in questa vita.



Se mi manca la cucina e la pasticceria? Essì. Tanto. Quasi da far male. Ma sono così felice delle conquiste che man mano stò facendo che mi ripaga. Il tempo di cui non ho bisogno per cucinare e fotografare adesso mi serve per provare vestiti in cui non entravo da più di un anno, per truccarmi, farmi le manicure, che può sembrare banale ma era molto tempo che non prendevo cura di me stessa in questo modo e mi piace. Poi queste sono attività che non fanno ingrassare :-)




Questo post non è quindi un addio ma... quasi. Perché pubbliccherò pochi post questa estate, quindi vi consiglio di sottoscrivervi via mail se volete sapere quando ho pubblicato, o di seguire la mia traccia su facebook.

Ho aspettato 10 minuti per vedere se la signora dai capelli rossi si spostava... Ma mi sono arresa.

Per uccidere la voglia di scrivere stò pensando di aprire un blog dove raccontare con umore la mia esperienza con la dieta, ma su questo devo riflettere perché sarebbe qualcosa di molto personale e poi non vorrei iniziare questo blog per poi abbandonarlo. Ma lo stò considerando sul serio perché forse la mia esperienza può aiutare chi si trova nella mia stessa situazione, persone che si sentono come mi sono sentita io in passato, sull’orlo di una crisi di nervi, incomprese, disorientate.



Mentre rifletto su queste cose intendo godermi l’estate che si prospetta tranquilla. Il mio anno sabbatico è finito, ho studiato e lavorato sodo per riprendere dopo molto tempo a fare l’avvocato, occupandomi soprattutto di diritto di famiglia, ed ho già aperto il mio studio al centro di Madrid. 



Affronto questa nuova tappa professionale molto speranzosa e felice di essere la mia “boss.” Senza orari rigidi, senza sopportare col nodo alla gola un capo f.d.p. doc, senza la depressione delle domeniche, senza la paura del lunedì. Amo la domenica. Amo il lunedì. Amo la mia vita in questo momento anche se non sò di cosa vivrò il prossimo mese.



E dopo avervi aggiornato sulle mie novità dal punto di vista personale e professionale e di spiegarvi perché non intendo pubblicare le dolci perversità che attendono nella mia lunga lista di “da fare”, vi porto in compenso una ricetta di quelle che appaiono nello speciale estate Threef dedicato allo Street food. In questa occasione ho collaborato con tre ricette e tanti scatti delle strade di Madrid e non solo, quindi invece di farvi vedere tutto in un solo lunghissimo post vi porterò una ricetta per post en el frattempo vi invito a leggervi con calma questa rivista meravigliosa che ci inonda di luce e di profumi estivi.

A presto!



Gelato di cheesecake di fragole al profumo di rose, menta e pepe rosa

480 ml di panna fresca
1 baccello di vaniglia
115 grammi di formaggio crema tipo Philadelphia
3 tuorli
130 grammi di zucchero
160 ml di fragole tritate in purea
6 biscotti tipo Digestive
1 tazza di fragole tagliate a cubetti
2 rose cristallizzate
6 bacche di pepe rosa
6 foglie di menta



In un pentolino riscaldare la panna a fuoco medio. Ritirare al primo bollore, tagliare il baccello di vaniglia nel senso della lunghezza e aggiungerne i semi alla panna mischiando bene

In una ciotola frustare il formaggio con le uova e lo zucchero fino ad ottenere un composto cremoso (Due minuti circa) Aggiungere la panna bollente a filo, in modo da non far cuocere i tuorli.
Mettere la ciotola a bagnomaria. Mischiare con una frusta fincché la crema si addensa fino a coprire il dorso di un mestolo di legno. Rimuovere dal fuoco e continuare a girare la crema per farla raffreddare leggermente. 



Aggiungere le fragole in purea e mischiare bene. Coprire e lasciare raffreddare completamente a temperatura ambiente  per poi mettere in frigorifero durante almeno 6-8 ore. Tenere nel frattempo il contenitore della macchina per gelato nel freezer.


Versare il composto nel contenitore della macchina per gelato e lasciarla lavorare per 45 minuti. Quando il gelato sarà pronto, aggiungere le fragole tagliate a cubetti, i biscotti sbriciolati grossolanamente, le foglie di menta tagliate e le bacche di pepe rosa e le rose cristallizzate, entrambe polverizzate. Mescolare delicatamente e trasferire il gelato in un contenitore metallico adatto al freezer e tenerlo lì coperto fino al momento di consumarlo. Meglio ritirare il gelato dal freezer 10 minuti prima di servirlo.