lunes, 30 de noviembre de 2009

Red velvet cubo de palomitas



Esta es la tarta que le he hecho a mi amiga Nuria por su cumple. Es una red velvet pero en lugar de hacerla redonda como es tradicional se me ocurrió darle una forma un poco más original.


La receta, para no variar, la saqué de la página de Stephanie Jaworski, la podéis ver aquí


Ingredientes para la masa:



2 tazas y ½ de harina de repostería

½ cucharadita de sal

2 cucharadas soperas de cacao amargo (yo usé Valor sin azúcar)

113 gramos de mantequilla (yo 125)

1 taza y ½ de azúcar blanquilla

2 huevos

1 cucharadita de extracto de vainilla

1 taza de buttermilk (yo corté la leche con vinagre)

2 cucharadas soperas de colorante rojo (yo 40 gotas de Mc Cormick)

1 cucharadita de vinagre de vino blanco (yo de Cava)

1 cucharadita de bicarbonato



Ingredientes para la cobertura de queso:

1 taza y media de nata para montar

1 tarrina de Philadelphia

1 tarrina de 250 grs. de mascarpone

1 cucharadita de extracto de vainilla

1 taza (115 grs.) de azúcar glace


Preparación:

Batir la mantequilla en pomada con el azúcar. Añadir los huevos, batiendo bien después de cada uno, y después la esencia, el colorante y el vinagre. Incorporar la harina y demás ingredientes secos alternando con la buttermilk (leche cortada en mi caso)
Hornear a 180º durante 30 minutos aprox.

Para la cobertura monté la nata en robot con el accesorio de varillas, después le añadí los quesos, seguí batiendo y añadí el azúcar al final. La dejé reposar 4 horas antes de utilizarla.

Después corté la tarta siguiendo un patrón en papel que copié de este libro:


Lo compré junto con otros tres igualmente maravillosos con un montón de recetas que estoy deseando poner en práctica.

Sobre la cobertura espolvoreé coco rallado y decoré con regaliz rojo y palomitas.

Fue un éxito, la red velvet es deliciosa, pienso repetir. Tiene un sabor que sorprende porque al verla roja todo el mundo piensa que es de fresa o frambuesa, en cambio tiene un sabor peculiar, con un toque delicado a cacao y un no se qué chispeante que probablemente se deba al vinagre y al bicarbonato. Por no hablar de la textura que es super cremosa, probad y me daréis la razón.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Cannoli siciliani

The November 2009 Daring Bakers Challenge was chosen and hosted by Lisa Michele of Parsley, Sage, Desserts and Line Drives. She chose the Italian Pastry, Cannolo (Cannoli is plural), using the cookbooks Lidia’s Italian-American Kitchen by Lidia Matticchio Bastianich and The Sopranos Family Cookbook by Allen Rucker; recipes by Michelle Scicolone, as ingredient/direction guides. She added her own modifications/changes, so the recipe is not 100% verbatim from either book.

La receta de las Daring Bakers de este mes me ha encantado. Adoro la repostería italiana, y aunque no soy muy de fritos les tenía ganas a los cannoli. Es un dulce de sabor especiado pero a la vez sutil y admite todos los rellenos que la fantasía nos sugiera, dulces o salados. Si los queremos hacer salados basta eliminar de la masa el azúcar y el cacao. Yo opté por la versión clásica, la dulce, y elegí dos rellenos muy simples: dulce de leche y mascarpone con piña. Estaban tan buenos que casi no me dio tiempo a hacer fotos antes de que desaparecieran de la mesa. Os los aconsejo porque son muy fáciles de hacer y si no tenéis canutillos podéis recurrir como ha hecho Francijn a palitos de madera pulcramente cortados y lijados a partir de un mango de escoba (por supuesto nueva je je je!) Y si queréis algo aún más fácil también se pueden hacer cannoli planos, sin enrollar, y montarlos a modo de milhoja. Os dejo con la receta y las fotos, que son pésimas porque la cámara no es muy buena y la fotógrafa es aún peor, pero de momento es lo que hay.

Ingredientes:

2 tazas de harina
2 cucharadas soperas de azúcar
1 cucharadita de las de té, de cacao amargo
½ cucharadita de las de té, de canela en polvo
½ cucharadita de las de té, de sal
3 cucharadas soperas de aceite vegetal (yo usé de girasol)
1 cucharadita de las de té, de vinagre de vino blanco (yo usé vinagre de Cava)
½ taza de Marsala (yo usé Pedro Ximénez)
1 clara de huevo
Aceite vegetal (yo usé de girasol) para freír

Utensilios necesarios: rodillo de amasar, canutillos de hojalata

Preparación:

Yo hice la masa la víspera y funcionó genial porque con varias horas de reposo el gluten se relaja y es mucho más fácil estirarla todo lo fina que requiere la preparación.

1. Se ponen en el procesador la harina, el azúcar, el cacao, la canela y la sal. Se le dan dos o tres vueltas para que se mezcle todo. Se añade el aceite, el vinagre, y suficiente cantidad de vino como para que salga una masa elástica. A mí con media taza de Pedro Ximénez me quedó una masa durísima pero no me atreví a echarle más vino, así que le añadí un poquito de leche hasta que conseguí la textura que me pareció ideal.
Una vez que tenemos la masa hecha la sacamos del procesador, la hacemos una bola y sobre la superficie de trabajo ligeramente enharinada la amasamos durante unos dos minutos hasta que esté perfectamente mezclada. La cubrimos con film y la dejamos reposar, como mínimo dos horas, o toda la noche como hice yo.





2. Cortar la masa en dos trozos y reservar uno en el frigorífico mientras trabajamos. Extender la masa con rodillo sobre la superficie de trabajo enharinada. Debe quedar muy fina, la receta dice que como el papel, yo no llegué a tanto pero la dejé como de 3-4 mm de espesor y funcionó bien.
Cortar en círculos proporcionados a los moldes que vamos a usar, yo compré canutillos de 8 cm y corté círculos de 10 cm que después estiré aún más con el rodillo para que tomaran forma de elipse, así no sobresalen del molde, cosa muy importante si queremos extraer la fritura sin dificultad.

3. Untar de aceite los canutillos, enrollar alrededor nuestras elipses y sellarlas con clara de huevo ligeramente batida. Es importante que la clara no toque el molde para que el cannolo no se pegue y se rompa al sacarlo. Una vez sellados los cannoli dejamos que la clara se seque un poco antes de freír.




4. Freímos en freidora o en una sartén muy honda, se necesita bastante cantidad de aceite para trabajar con comodidad. El aceite debe estar muy caliente, la receta dice 190º, o en su defecto probamos con un trocito de pan que se debe dorar en un minuto. Más frío que eso se nos chafan los cannoli, y más caliente se nos churruscan, a mí me ocurrió esto con los dos primeros, se me carbonizaron!
Si la temperatura es la adecuada, en un minuto estarán hechos. Tenemos que ir girándolos con cuidado (yo utilicé para ello la espumadera) para que se hagan por igual y no se vayan al fondo del recipiente.

Cuando están dorados los sacamos con cuidado utilizando la espumadera y los ponemos sobre papel de cocina a escurrir. Si los hacéis veréis que es sorprendente que un dulce frito como éste después no lo parezca, en serio que no queda para nada grasiento. Yo creo que el secreto es el alcohol que contiene la masa y el poco tiempo que la fritura pasa dentro del aceite.





5. Ahora viene el momento que yo tanto temía, el de sacar cada cannolo de su canutillo. Yo pensé que se romperían con facilidad y no fue así en absoluto, se separan en un abrir y cerrar de ojos. En la receta original aconsejan coger un paño o una manopla para sostener el canutillo sin quemarnos pero yo no me apañaba así, lo hice a pelo y tampoco queman tanto si uno es lo suficientemente rápido. Los dejamos reposar nuevamente sobre papel de cocina hasta que se enfríen completamente y ya estarán listos para rellenar.





6. El relleno: La mitad de los cannoli los rellené de dulce de leche y los espolvoreé con azúcar glacé.


La otra mitad los rellené de mascarpone con azúcar glacé y piña desecada. A estos les “pringué” los bordes con un poco de granillo de colores.




Consejo: rellenadlos justo antes de servirlos, si lo hacéis con demasiada antelación se ablandan.

Hacedlos, en serio, quedan buenísimos. Yo voy a repetir seguro.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Thanksgiving Pumpkin pie - Pastel de calabaza de Acción de Gracias




Un poco de historia resumida (o no tanto):

Noviembre de 1620. Unos 100 peregrinos procedentes de Inglaterra, después de una accidentada travesía en el May flower, llegan a las costas de Massachussets y allí se establecen. Fundan la colonia de Plymouth, primer asentamiento permanente de lo que sería Nueva Inglaterra.
Los peregrinos salen de Inglaterra por su desacuerdo con la relajación en las costumbres que la vida licenciosa de Enrique VIII introdujo y con la religión que éste se inventó a su medida (la anglicana) para aglutinar en su persona el poder político y el religioso, lo que le permitió, entre otras cosas, hacer y deshacer matrimonios a su conveniencia, que es la faceta más conocida de este monarca aunque no la única ni mucho menos la más destacable desde el punto de vista político.

Con una visión muy rígida de la moral y las costumbres, incluso más severa que la calvinista, los peregrinos buscan un lugar donde vivir de acuerdo con sus convicciones. Lo que encuentran al llegar es un invierno desolador, que junto con el hambre y las enfermedades les diezma haciendo que no sobrevivan más que la mitad del centenar que abandonó Inglaterra en busca de una nueva vida en una nueva tierra.

Los que sobrevivieron lo hicieron gracias a la valiosa ayuda de los indios wampanoag, con cuyo jefe, Massassoit, firmaron un acuerdo de paz.

Al año siguiente, ya establecidos y con su primera cosecha recogida, decidieron compartir sus excedentes con los wampanoag, dando lugar a lo que después sería el día de Acción de Gracias, oficializado en 1789 por el primer presidente de los Estados Unidos, George Washington.

Poco duraría ese inicial espíritu de colaboración y pacífica convivencia. Todos sabemos lo que sucedió después, cuando esa inmensa y rica tierra fue objeto de la codicia desmedida y de la crueldad despiadada de las grandes potencias.

Sospecho que los indígenas, auténticos dueños de esa tierra, despojados de ella, perseguidos, torturados y exterminados sistemáticamente, discriminados y condenados a vivir en reductos llamados “reservas” no viven ni sienten esta celebración de la misma manera.

Lo que vemos por televisión es la cara amable de esa fiesta: el desfile de Macy’s en Nueva York, los dulces, la comida familiar (pavo asado con su relleno de castañas, pan y salvia, salsa de arándanos, pastel de calabaza o de manzana…) a la que todos asisten como hacemos nosotros en Navidad, y por supuesto las compras. De hecho en USA el día de acción de gracias es el cuarto jueves de noviembre, y el viernes siguiente lo llaman el “viernes negro.” Y no por motivos macabros, sino porque es día de rebajas, con lo que los números rojos de las tiendas se convierten en números negros, es decir, consiguen unos estupendos ingresos extra.

En cambio los canadienses celebran este día el segundo lunes de octubre. Dicen que al estar más al Norte la cosecha llega antes y por eso se adelanta la celebración. Los canadienses, además, sitúan el origen de su fiesta en 1578, cuando un explorador inglés llamado Martin Forbisher llegó a Terranova y quiso dar las gracias por haber llegado sano y salvo. Sospecho que la rivalidad entre estadounidenses y canadienses por adjudicarse la “autoría” de la fiesta no acabará jamás.

Un apunte de historia familiar:

Cuando hice el pastel que veis en la foto yo estaba a punto de dar a luz a mi hija, me faltaban diez días para salir de cuentas. De hecho Acción de Gracias en 2007 fue el 22 de noviembre, y ese mismo día fue cuando ingresé en Maternidad, aunque ella no nació hasta pasada la medianoche, por tanto ya el día 23 de noviembre. Recuerdo que mientras preparaba este pastel daba interiormente las gracias una y otra vez por ella, porque fue una niña muy deseada que llegó después de años de lucha y sufrimiento, y llegó justo cuando yo ya había tirado la toalla y pensaba que ya no tendría hijos. Ahora veo esa foto y sé que el pastel tenía muchos defectos pero mi hija… ella sí que me salió perfecta! Puede que Acción de Gracias se mantenga sólo como otro invento comercial para hacer que la gente se gaste el dinero, pero a veces pienso que es bueno detenerse de vez en cuando, mirar lo que tenemos… y dar las gracias. Yo me quejo mucho (todos tenemos problemas) pero tengo muchos motivos para dar gracias, y quisiera invitaros también a vosotros a reflexionar un momento, sobre todo cuando estáis estresados y agobiados por los mil problemas del día a día. Parad un rato, respirad hondo y recordad lo bueno que os rodea. Es reconfortante.

Y ahora la receta, os la merecéis si habéis sido capaces de leer semejante parrafada (y si no también)


PASTEL DE CALABAZA

Pâte brisée:

1 taza + ¼ de harina de repostería
½ cucharadita de sal
1 cucharada sopera de azúcar
125 grs. de mantequilla muy fría cortada en cubitos
Entre 30 y 60 ml. de agua helada

Relleno de calabaza:

3 huevos
2 tazas de puré de calabaza
½ taza de nata, ya sea para montar o para cocinar, muy espesa (recomiendo la refrigerada de Mercadona)
½ taza de azúcar moreno
1 cucharadita de canela
1 pedacito de jengibre fresco rallado (yo lo compro fresco, lo rallo y lo congelo en paquetitos, así se mantiene intacto el aroma, lo prefiero al jengibre en polvo)
2-3 clavos de olor
1/2 cucharadita de sal

Preparación:

Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde desmontable de 26cm de diámetro.

-Pâte Brisée

Poner en el procesador la harina, la sal y el azúcar y pulsar dos o tres veces hasta que se mezclen.

Añadir la mantequilla y batir 10-15 segundos hasta que la mezcla se asemeje a migas.

Incorporar con mucha prudencia 30 ml de agua en forma de hilo (según el clima en el que trabajemos, la marca y la calidad, la molienda y algún que otro factor, la harina absorberá más o menos líquido) sólo hasta que la masa esté uniforme y mantenga cuerpo si la pellizcamos. Si fuera necesario, añadir un poquito más de agua.

Sacar la masa del procesador y formar con ella rápidamente una bola que dejaremos reposar en la nevera 30 minutos envuelta en film de cocina.

Cuando hayan pasado los 30 minutos, espolvorear con harina la superficie de trabajo, depositamos en ella la masa y la estiramos con rodillo hasta unos 33 cm de diámetro.

Doblar la masa en cuatro para que no se rompa al trasladarla al molde que previamente habremos untado en mantequilla. Guardar los trocitos que nos sobren al nivelar el molde para hacer alguna figura decorativa que colocaremos encima del relleno. Lo típico son las hojas de arce pero yo no tenía cortadores de hojas en ese momento… y a decir verdad sigo sin tenerlos.
Refrigerar nuevamente la masa por unos 30 minutos antes de cubrirla con el relleno.

-Relleno

Batir los huevos, añadir el resto de ingredientes y batir un poco más (mejor a mano con varillas para no licuar demasiado el relleno) Si hemos preparado figuritas decorativas las colocamos encima. Antes de meter el pastel en el horno yo suelo envolver la mitad inferior del molde en papel aluminio, esto evita que el horno se ponga perdido con posibles goteos del relleno. Así limpiamos menos y nos evitamos la humareda del relleno que se quema, que incluso puede alterar el sabor y el aroma del pastel.

Estará listo en unos 30 minutos, o en su defecto cuando el relleno esté casi firme, o cuando los bordes de la masa estén tostaditos.

Se puede servir con nata montada endulzada con sirope de arce. Yo soy extra-golosa y a mí me resultó muy empalagosa, prefiero el pastel tal cual.

Errores que cometí:

1. Por pereza de utilizar el horno grande horneé el pastel en un mini horno, y esto puede causar el problema que se ve claramente en la foto: el calor que irradia en la parte superior es excesivo y los bordes del pastel se rompen y se queman antes de que al resto del pastel le dé tiempo a hacerse. Cuando me di cuenta los cubrí con papel aluminio pero el daño ya estaba hecho. Desde entonces utilizo muy poco el horno pequeño para tartas y pasteles, y si lo hago estoy más atenta a los bordes.


2. Nunca, nunca más en la vida volveré a incluir el clavo de olor en una receta. En esta ocasión por ser la primera vez quise respetar el original y lo usé a pesar de que es una especia que odio (probablemente la única), confiando en que su sabor y olor no se harían sentir por encima de las otras especias que me gustan tanto, canela y jengibre. Craso error. El clavo se apoderó del pastel y para mi gusto lo estropeó. Lo cuento por si me lee algún otro “clavofóbico.”

martes, 24 de noviembre de 2009

Tarta de luna


Esta es la tarta de cumpleaños que hice para mi hija, que ayer cumplió dos años pero al caer en lunes adelantamos la celebración al domingo.
No me quedó tan bonita ni tan perfecta como esperaba pero los comensales quedaron satisfechos y la protagonista de la fiesta se lo pasó en grande, que es lo importante.
No os voy a aburrir con una receta archiconocida como es la del clásico bizcocho de yogur que sirvió tanto para la base como para la luna, sólo os describiré brevemente cómo hice cada parte:
Para el cielo mojé el bizcocho, que perfumé con extracto de vainilla, en almíbar de cacao.



El relleno: dulce de leche. La cobertura es de mantequilla (con azúcar glacé en proporción 2/1)teñida con colorante azul Mc Cormick.
Lo rematé con azúcar blanquilla teñida con el mismo colorante para reforzar el azul.





La luna está hecha con el mismo bizcocho pero perfumando con esencia de naranja, no lo mojé en almíbar porque me daba miedo que me estropeara la tarta base. Ésta la rellené con Nutella y lo cubrí por el mismo procedimiento que el otro: cobertura de mantequilla y azúcar blanquilla, ambas teñidas de amarillo.



Las estrellitas para las velas las hice con recortes de la luna usando un cortapastas.

El ojo y la boca de la luna los hice con trocitos de regaliz negro.

La idea de la tarta la saqué de este maravilloso libro:



Y todo esto por no haberme atrevido aún con el fondant. Es el reto que me impongo a mí misma de aquí al próximo cumpleaños de mi hija.

Feliz semana a todos!

:-)

viernes, 20 de noviembre de 2009

Pandoro a las tres cremas


Sigo con mis recetas para las fiestas, y es que la Navidad está ya a la vuelta de la esquina!

Este fue el postre que preparé para la cena familiar de Nochevieja hace nada menos que cuatro años. Me ayudó a prepararla mi sobrino, que por aquel entonces tenía 6 años e iba a clases de cocina infantil. Le puse un gorro y un delantal y pasamos una tarde de lo más entretenida.

Las raciones que salen son espectaculares, no tengo fotos del corte pero os podéis hacer una idea, si quieres pillar un poco de cada crema los trozos salen como rodajas de melón. Todo el mundo decía “Qué exagerada, hay que ver cuánto me has puesto.” Pero al final nadie dejó ni una miga en el plato…

La receta original la encontré en una revista italiana, “Cucina Moderna”, en realidad era para panettone pero a mí personalmente me gusta más el pandoro y por eso elegí este dulce.

Diferencias con el panettone por si alguien no las conoce:

El panettone es de forma redonda, tiene un corte en cruz en la parte superior y contiene uvas pasas y fruta escarchada. Procede de Milán y hay muchas leyendas en torno a su origen: Hay quien habla de una ceremonia ancestral que cada padre de familia celebraba con el pan en Navidad junto al fuego del hogar, o de una historia de amor entre un cetrero y la hija de un panadero, aunque parece que la versión más o menos cierta es que un panadero de nombre Toni quemó un día el pan y para salvarlo lo mezcló con huevos, azúcar, especias, cidra confitada y uva pasa y obtuvo tal éxito que el dulce se convirtió en imprescindible para los milaneses y se hizo tradición. De ahí probablemente el nombre, “pan de Toni”, que derivó en “panettone.”

En cuanto al pandoro, tiene forma de estrella y no contiene fruta escarchada ni pasas, y está perfumando con vainilla. Algunos sitúan su origen en la época de auge de los Habsburgo en Austria, concretamente en el “pan de Viena”, cuyo origen a su vez sería el brioche francés. Otras fuentes recuerdan la costumbre veneciana de la época renacentista de ofrecer a los invitados alimentos cubiertos por finísimas láminas de oro, por lo tanto “pan de oro” en dialecto véneto se transformó rápidamente en “pandoro.” El origen más reciente estaría en el siglo XIX, fecha en la que se preparaba en Verona el “nadalin”, un dulce navideño con forma de estrella cuyo color dorado se debía al huevo contenido en la masa. En esa época al parecer había en la ciudad de Verona bastantes pasteleros austríacos, por lo que no es disparatado pensar que el nadalin tenga mucho de brioche y de pan de Viena.
No sé si alguno de los que me leéis ha estado alguna vez en Verona. Yo estuve hace 15 años en plena temporada de ópera, y tuve la suerte de ver en la “Arena di Verona” (circo romano perfectamente conservado que entre otros espectáculos ofrece la temporada anual de ópera a la que acuden miles de turistas y nativos cada año) varias óperas y operetas. Y tuve la inmensa suerte de poder degustar las maravillas de sus pastelerías, entrar en ellas significa gozar y sufrir a partes iguales. No imagináis las maravillas que preparan. Y la pena es que no tengo fotos ni recuerdo nombres de esos lugares de perdición.

En fin, a lo que vamos. Aquí la receta, más simple imposible.



Ingredientes:

Un pandoro grande

Para la crema de chocolate:

1 tableta de chocolate Nestlé postres
2-3 cucharadas soperas de dulce de leche


Para la crema de queso con chocolate blanco:

1 tarrina de Philadelphia de 250 grs.
1 tableta de chocolate blanco de 75 grs.


Para la crema de pistachos y miel:

150 grs de pistachos pelados y sin sal

1 taza de miel


Preparación:

Cortar en 4 partes lo más iguales posible el pandoro.

Rellenar con las cremas que hemos preparado de la siguiente manera:

La de chocolate, fundiendo éste en el micro a 650 W y mezclándolo después con el dulce de leche usando unas varillas pequeñas.

La de queso, batiendo éste con el chocolate blanco que habremos fundido en el micro a 500 W con muuuuuuuuuucho cuidado de que no se nos queme.

La de pistacho, moliendo éstos muy finos en el procesador que utilicéis y añadiéndole la miel lo más licuada posible batiendo hasta que esté todo perfectamente ligado. Si la miel está espesa ya sabéis, micro durante 3-5 segundos o baño maría y resuelto.

En la receta original remataban la “construcción” con un crujiente de caramelo casero. Yo opté por utilizar el azúcar glacé que venía con el propio pandoro y una guinda escarchada.

Con esto os dejo y os deseo un estupendo fin de semana que pienso pasar cocinando y comiendo sin parar: el sábado celebra su cumple de una de mis mejores amigas y yo me encargo de la tarta, y el domingo celebro el cumple de mi peque (dos añazos!) y espero que las tartas que he pensado me salgan bien. Sea como sea prometo fotos.

Sed felices!

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Penne rigate con crema de tomate y calabaza, jamón serrano y espárragos trigueros




Otra de mis típicas recetas de “cocina de nevera.”

Ingredientes para 4 personas:

500 grs. de penne rigate
300 ml de tomate pelado y triturado
1 taza de calabaza cocida y triturada
100 ml de nata
AOVE
Dos dientes de ajo
Sal
Albahaca fresca
Jamón serrano cortado en tapas muy finas
Puntas de espárragos trigueros


Preparación:


Mientras cocemos la pasta al dente en abundante agua y sal preparamos la salsa sofriendo en AOVE los dos dientes de ajo hasta que estén bien dorados. Se añade el tomate y la albahaca y se deja reducir un poco. A continuación incorporamos la calabaza y la nata, mezclamos bien y seguimos dejando que reduzca, no demasiado tiempo, sólo hasta que esté todo bien ligado.

Hacemos los espárragos trigueros a la plancha con poco AOVE y cortamos las puntas. El resto lo podemos usar para una lasaña vegetal, un arroz con verduritas, una ensalada, etc.

Emplatar aderezando con la salsa en el centro, sin mezclar, y rematar con un círculo de tapitas de jamón y en el centro los espárragos con una pizca de sal en escamas.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Pan de higos




Llevaba días pensando en empezar a publicar recetas para las fiestas, tenía pensado empezar por ésta y mira por dónde Morenisa se me adelanta y cuelga esta maravilla en su blog la semana pasada. Espero que no le importe que yo me copie sólo unos días después.

Yo hice una versión muy sencilla y rápida de Karlos Arguiñano, podéis ver el original aquí. Le quité el anís porque no lo soporto en ninguna de sus formas, pero a quien le guste puede añadírselo.

No sé si la haré este año, me da miedo empezar con los dulces navideños porque después no paro, intentaré conformarme con la foto, que es de hace 3 años nada menos.


Ingredientes:

500 gr. de higos secos

50 gr. de nueces

100 gr. de almendras

100 gr. de harina

5 cucharadas de leche

Dátiles y fruta escarchada para decorar




Preparación:

Trocear los higos secos, picar las almendras muy finas y mezclar todo con la harina en un recipiente.

Trocear las nueces, unirlas al resto de ingredientes y añadir la leche.

Una vez mezclado, extender en un molde untado con mantequilla, cubrirlo con papel aluminio también untado en mantequilla y cocer a horno suave durante 25-30 minutos . Dejar templar antes de desmoldar. Poner en moldes de papel y decorar con dátiles y fruta escarchada.
Buen fin de semana a todos!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Muffins de zanahoria



Sigo tirando de recetas de fondo de armario, pero contenta porque empieza a caberme ropa que no me podía poner desde hace meses… a ver si tengo constancia par seguir hasta que me pueda poner la que no me cabe desde hace años!
Para alegrarme y alegraros la vista os dejo aquí unos riquísimos muffins de zanahoria.

Receta original de Stephanie Jaworski aquí


Ingredientes:

½ taza de nueces picadas
2 tazas de zanahoria rallada
1 manzana grande rallada
2 tazas de harina de repostería
1 taza + ¼ de azúcar moreno
¾ de cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita y media de levadura Royal
½ cucharadita de sal
1 cucharadita y media de canela
1 taza de coco rallado
3 huevos
¾ de taza de aceite de girasol
1 cucharadita y media de extracto de vainilla


Preparación:

Precalentar el horno a 180ºC

Mezclar en un bol grande la harina pasada por el tamiz, el azúcar, la levadura, el bicarbonato, la sal, la canela, las nueces y el coco rallado.

En otro bol batir los huevos con el aceite y el extracto de vainilla. Añadir de un golpe los ingredientes secos y mezclar suavemente, lo justo para que la masa se una. Por último incorporar la zanahoria y la manzana rallada y mezclar lo justo para que se repartan bien dentro de la masa.

Hornear durante 20-25 minutos.

Se pueden tomar solos o con un frosting de crema de queso como el que propone Stephanie Jaworski (el típico de los cupcakes) Yo hice un glaseado ligero con una cucharada de zumo de naranja y dos de azúcar glacé, y le añadí un par de gotas de colorante líquido Wilton de color rojo.
Quedan muy esponjosos, tanto que fijaos en la foto lo que me pasó: no me di cuenta y uno se me dio la vuelta en la rejilla donde los puse a enfriar y quedó con una hendidura en medio.
:-)